Efecto pigmalión

No somos conscientes de la importancia que tiene el hecho de que otros crean que podemos hacerlo. Y nos lo hagan saber. La inyección de poder que ejerce este hecho sobre nuestra autoestima es de tal magnitud que podemos ver cómo nuestro potencial aumenta considerablemente y nuestros pies empiezan a dar pasos más certeros hacia aquello que antes creíamos menos posible. Cuando tienes voces que te dicen que puedes, tu voz también empieza a creerlo. Quizás esto se deba principalmente a que nuestro ser social necesita de la opinión de otros para formar nuestro yo. Tanto importa lo que sé que soy como lo que otros piensen de mí. Para bien o para mal. Un efecto pigmalión positivo es un motor irrefrenable, puro potencial. Uno negativo es un bloqueo, un muro que cada día parece más alto. Una pérdida de fe y de identidad que puede resultar catastrófico para quien lo sufre. Pero a veces, algunas veces, se convierte en dinamita y hace explotar muy dentro un sentimiento de amor propio capaz de luchar con una fuerza sobrehumana solo para demostrar, que no importa lo que otros piensen porque no hay confianza más importante que la que uno pone en sí mismo y en creer que podemos hacerlo. Y en eso no tienen poder los demás. La confianza es hacia dentro.

djdijd

Sus ojitos

La vida es el centelleo de sus ojitos marrones, es el saber que es conmigo y que yo ya no existo sin él. Que me respira y me piensa, apoyando su cabecita cerca de mí en el sofá. Y que le apasiona el momento en el que, cada mañana, levanto las pestañas. Que me cuida y sabe que le cuido, que daría su vida y yo la vivo con sus pelitos en mi ropa. Que me mira y me escanea, sus ojitos rayos láser, me conoce el pensamiento y hasta sabe adelantarse. Es detector de mentiras, de comida, y de males. Y cuando llamo su atención todo lo demás deja de ser importante.

Sus patitas por mi casa, mi melodía preferida. Sus patitas por mi alma, dejando huellas infinitas.

La vida son sus orejas apuntando a todas partes. Que me dicen y me hablan para que pueda enterarme. Porque no sabe palabras, pero las capto al instante. Porque no entiende palabras, pero sí comunicarse. Y cuando las mías faltan o sobran, me acompaña su silencio y su paz es tan gigante, que no entiendo todavía como siendo tan pequeño, tan pequeño, puede tener alma tan grande.


Here and now

La importancia del momento presente. De este latido, esta respiración, esta sensación de estar, de ser y de sentir el ahora. Este minisegundo que ya se escapa, y este otro que acaba de llegar también son importantes. Este presente real que, a veces, no nos parece interesante. Esos momentos que no siempre llenamos de utilidad pero que también forman parte de nuestra vida. Ese rato más en el sofá, porque hoy estás cansada. Ese tiempo extra de paseo, porque hoy se está muy bien. Incluso ese parón porque necesitas coger aire. Ese resetear la mente, con paciencia, porque para lo bueno no hay que correr. Ese minuto tuyo, empleado en lo que sea, en lo que quieras. Hay que cuidarlo como oro.

La importancia de la gratitud. Y que no se nos olvide nunca que todo eso que tenemos, ya sea mucho o sea poco, ya nos parezca suficiente o escaso, puede ser un mundo para alguien que no tiene nada. Que eso a lo que hoy tú no le das valor, es el sueño de tantos otros. Que los derechos que asumes como normales, faltan en muchos países. Que lo que puedes comprar, es una suerte y un regalo. Agradécele hasta al sol, por cada día que ilumina. Porque tampoco hay días eternos. Pero este es nuestro.

Convulso

Como el tiempo, últimamente. Convulso. Como ese pensamiento que arrastramos durante el día pero acallamos, -y nos callamos- porque hemos aprendido y, sobre todo, aprehendido, que es mejor no entrar en conflicto, que es mejor no ser discordante. Considero que no hay una realidad mayor que la discordancia, ni más real, ni más tangible aunque sea sumamente efímera, temporal, caduca. Da igual lo que opines, porque alguien, estará en desacuerdo. Un desacuerdo que últimamente se ha convertido en insulto, en absoluta intolerancia. En un perro ladrando detrás de una reja, sabiéndose protegido. Imponiendo su voz porque puede. Sin más.

La diversidad de opiniones y pensamientos ha perdido sus fronteras, se ha desdibujado y ahora queda un garabato que encasilla con facilidad. Que estereotipa a golpe de click. Un garabato que cree que te conoce [y tú que todavía te estás inventando a ti mismo] y se permite el lujo de juzgarte.

En ese mundo donde ya no se conoce la asertividad, y a muchos les parecerá un «palabro», cada vez somos más los que nos sentimos pequeñitos. Será por eso que dicen de que no merece la pena discutir con un idiota, o por aquello otro de que las mentes pequeñas son siempre las que más gritan. Pero, al final, yo- y supongo que tú también, he optado muchas veces por silencios como toda respuesta y opinión. Yo, que no me callo ni dormida, prefiero cruzar las piernas y mirar, como si estuviera sentada en el Muelle de Gamazo en Santander con un sol que rabia en la cara, hasta dónde llega esta convulsión, y si- de una vez por todas- nos remueve los cimientos.

En la planta de los pies

Tengo unas ganas de comerme el mundo y unos frenos que me lo impiden. Siempre quiero hacerlo todo. El día se me queda corto. Tengo muchas ganas de aprender. Quiero ser mejor que ayer. Tengo la curiosidad. Una chispa que siempre alumbra por negra que sea la oscuridad. Tengo el peso de lo que cargo a la espalda y el futuro en la planta de los pies.

También

                 También hay silencios que hablan.
                                                               

                                                                             Silencios que gritan.

 

Surf and Life

Lo mío con el surf fue un flechazo. Fue el mix absoluto que me hace sentir pequeña y grande al mismo tiempo. El mar y el deporte, dos en uno. Con un pie delante y otro detrás, como se avanza siempre en la vida, te da la posibilidad de sentir que aunque te duela todo el cuerpo, rendirse nunca es la opción. Te demuestra lo fácil que es caer. Y el orgullo de levantarse. Solo dependes de ti y, a la vez, de todo lo que te rodea. Es una simbiosis perfecta. Una oportunidad con cada ola, para hacerlo mejor esta vez. Como en la vida.